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Hermana Chan Khong

Sister Chan Khong - Magnolia portrait

La hermana Chan Khong es la primera discípula del maestro zen Thich Nhat Hanh que recibió la ordenación plena y la directora de sus proyectos humanitarios desde la década de 1960.

Nacida en 1938 en la provincia de Ben Tre, en Vietnam del Sur, la hermana Chan Khong empezó a realizar trabajo social en los barrios de chabolas cuando era adolescente. Tras conocer al maestro zen Thich Nhat Hanh en 1959, lo ayudó a crear la Escuela de Servicio Social para Jóvenes, formando a miles de jóvenes trabajadores sociales para llevar ayuda a pueblos remotos devastados por la guerra.

Organizó la Delegación Budista por la Paz, que participó en los Encuentros por la Paz de París en 1969. En los años 70, ayudó a Thich Nhat Hanh en su serie internacional de conferencias en favor de la paz. Su presencia tuvo una importancia fundamental en la dirección de los esfuerzos humanitarios para rescatar a los balseros («boat people») vietnamitas en alta mar, así como en la gestión de los programas de ayuda que beneficiaron a más de 14.000 huérfanos en Vietnam.

Desde la década de 1980, la hermana Chan Khong ha ayudado a Thich Nhat Hanh a establecer el monasterio Plum Village, en el suroeste de Francia, y ahora es el miembro de mayor edad de la Sangha Monástica Internacional de Plum Village.

Junto con otras preciosas e inspiradoras heroínas políticas y espirituales budistas, Chan Khong es una de las personas más compasivas, persistentes y valientes. Su libro tiene el ritmo y la vivacidad de una historia de aventuras y la profundidad de una búsqueda espiritual.

Revista Tricycle

Las profundas prácticas de plena conciencia que creó y desarrolló (y que ella denomina «trabajo social del corazón») han aportado reconciliación y sanación a muchas parejas, familias, comunidades y centros de trabajo de todo el mundo.

La autobiografía de la hermana Chan Khong, Learning True Love (“Aprendiendo el amor verdadero”, no publicado en español; en francés, La force de l`Amour,) se sitúa junto a las autobiografías espirituales de Martin Luther King, Jr. y Mahatma Gandhi como la extraordinaria historia de la búsqueda del cambio social y espiritual por parte de una mujer.

Otros libros de la hermana Chan Khong (no traducidos al español):

Beginning Anew: Four steps to restoring communication (2014)

Deep Relaxation: Coming home to your body (2013)

La vida y las enseñanzas de la hermana Chan Khong

Fuente: Lion’s Roar Magazine, May 2012

Se la conoce sobre todo por ser la inestimable colaboradora de Thich Nhat Hanh, pero la Hermana Chan Khong es también una activista entregada y una maestra dotada por derecho propio. Andrea Miller nos cuenta su extraordinaria historia.

Photo by David Nelson

La muerte impregnó todo el viaje. Las víctimas de las inundaciones a las que los socorristas voluntarios habían venido a ayudar estaban a punto de morir -hambrientas, tiritando y sin hogar- o ya muertas, hinchadas y pudriéndose. Los propios voluntarios estaban en peligro. Sabían que en cualquier momento podían morir por el fuego cruzado.

Esto era Vietnam, en 1964. El país ya estaba en guerra y ahora lo golpeaba un desastre: ¡una inundación! En las zonas en conflicto, las personas habían sido duramente afectadas, pero nadie se había atrevido a acudir a ellos para prestarles ayuda material. Nadie más que este pequeño equipo de voluntarios, entre los que se encontraban Cao Ngoc Phuong, más conocida hoy como la hermana Chan Khong, y su maestro, el maestro zen Thich Nhat Hanh.

Durante cinco días, los voluntarios distribuyeron alimentos en sus siete cargadas barcas. Luego, cuando abandonaron la región, las jóvenes madres los siguieron, rogándoles que se llevaran a sus bebés porque no veían otra esperanza para sus hijos. Incluso hoy, Chan Khong recuerda haber llorado: se le partía el corazón por las madres y los bebés. No podía llevárselos con ella.

Más tarde, la hermana Chan Khong organizó otros viajes en los que ella y grupos de estudiantes, monjes y monjas viajaban a zonas pobres y remotas para distribuir arroz, judías, ropa, utensilios de cocina y suministros médicos. Un día, en un pueblo donde los combates eran especialmente brutales, los voluntarios se estaban instalando para dormir en su barco cuando oyeron disparos y gritos. Muchos de los jóvenes voluntarios entraron en pánico y algunos incluso intentaron esquivar las balas saltando al río. Pero Chan Khong se mantuvo de pie, respirando profundamente para encontrar la calma. Esto calmó el pánico de los demás y todo el grupo se reunió. En aquella oscura noche en medio de la guerra, cantaron el Sutra del Corazón.

«Podría incluso decirse que su vida misma es una enseñanza».

En la actualidad, la hermana Chan Khong cuenta más de cincuenta años de colaboración estrecha con Thich Nhat Hanh. Ahora él es un autor superventas con discípulos en todo el mundo, y a ella se la reconoce como una fuerza fundamental para ayudarlo a desarrollar su comunidad. Pero la hermana Chan Khong es una maestra por derecho propio, y podría decirse que su vida misma es una enseñanza.

Comenzar de nuevo

En su comunidad, Chan Khong es conocida por dirigir la práctica de comenzar de nuevo. Se trata de un proceso de cuatro fases que nos brinda la oportunidad de mirarnos profunda y honestamente a nosotros mismos y de trabajar en nuestras relaciones mediante la comunicación consciente. El primer paso consiste en expresar nuestro aprecio por la persona con la que hablamos; el segundo, en reconocer cualquier acción desafortunada que hayamos realizado hacia ella; el tercero, en revelar cómo nos ha herido; y el cuarto, en compartir una dificultad que estemos experimentando y pedir ayuda. En Plum Village, el centro de práctica donde vive la hermana Chan Khong, el comenzar de nuevo se practica colectivamente cada quince días e individualmente tantas veces como sea necesario. La hermana Chan Khong insta a los laicos a practicarlo en casa.

«Practica el comenzar de nuevo para refrescar la relación con tus hijos», dice. «Incluso cuando tienen cinco años, los niños sienten dolor», y a menudo los padres no son conscientes de cómo hieren a sus hijos. Por ejemplo -dice la hermana Chan Khong-, quizá una madre haya herido los sentimientos de su hijo diciéndole que no le comprará el juguete que quiere. Si, practicando el comenzar de nuevo, le da a su hijo la oportunidad de expresar su dolor, la madre podrá explicarle por qué no puede permitirse comprar el juguete. El niño lo entenderá y no se creará resentimiento entre ellos.

En las relaciones amorosas, el comenzar de nuevo puede tener un valor inestimable. «A menudo», dice la hermana Chan Khong, «la gente está decepcionada con su pareja. Al principio de la relación, una mujer ve a su pareja dotada de muchas cualidades maravillosas, y supone que él tiene varias otras cualidades que ella considera deseables».

Pero con el tiempo, se da cuenta de todo aquello en lo que difiere de su ideal. «Eso no significa que no sea bueno», dice la hermana Chan Khong, «quizá ella pensó que era una magnolia y que se comportaría como tal. Pero en realidad es un loto. Siempre es bello a su manera». «Cuando se lo pidas amablemente a tu pareja, te revelará sus heridas, y cuanto más se revele, más lo aceptarás tal como es -con su educación, su cultura, su forma de ser-, y más te aceptará él a ti también», dice. «Os acercaréis y, de repente, ya no seréis dos, sino uno. Habréis entrado cada uno en el mundo del otro. Así que el comenzar de nuevo consiste en hacer buena tu relación con tu pareja, tus hijos, tus padres».

Tocar la Tierra y relajación total

El hermano Phap Hai, monje australiano de la tradición de Plum Village, dice que, además del comenzar de nuevo, la relajación total, los tres toques de la Tierra y los cinco toques de la Tierra son para la hermana Chan Khong puertas importantes del Dharma. La relajación total se practica sentado o tumbado, y es una oportunidad de descansar el cuerpo y la mente. Tocar la Tierra, una serie de meditaciones desarrolladas por Thich Nhat Hanh, se basa en la práctica budista tradicional de la postración.

«Todos los maestros de Dharma», explica Phap Hai, «enseñan las prácticas básicas, el marco básico. Luego nos animan a hacer nuestro el Dharma, a permitir que el Dharma se exprese a través de nosotros. Y la hermana Chan Khong lo hace magníficamente. Un ejemplo es su hermosa voz para cantar, que ofrece de forma muy relajada. También tiene un gran talento para la improvisación. Para el toque de Tierra o la relajación total, percibirá la energía de la sala o cualquier cosa que haya sucedido, y responderá a ello. Da una enseñanza viva del Dharma. Así es como expresa su compasión.

Phap Hai dice que la hermana Chan Khong nunca dice que no cuando alguien le pide algo. «Nunca la he visto cerrar su corazón», dice. «Para mí, ésa es una de las cualidades que más admiro en ella, y que también quiero desarrollar en mí. A veces me siento cansado y, aunque no diga que no a una petición, hay una energía del no en mí. Pero la hermana Chan Khong siempre está ahí para las personas, y de una forma tan cariñosa».

La vida de la hermana Chan Khong en Vietnam

La hermana Chan Khong nació en 1938 en un pueblo del delta del Mekong, una exuberante tierra de arrozales y cocoteros. Sus padres eran, en sus palabras, como robles que cobijaban a veintidós «pájaros»: nueve hijos, más doce sobrinos y una hija de una familia pobre. «Madre y padre nos cuidaban a todos de la misma manera», escribe la hermana Chan Khong en su autobiografía, Learning True Love (Aprendiendo el verdadero amor; La force de l`Amour). «Alimentar veintidós bocas era un esfuerzo, pero nos enseñaron a estar satisfechos y a compartir todo lo que teníamos».

Su padre arrendaba tierras a agricultores. Sin embargo, cada vez que había sequía o inundaciones, renunciaba al alquiler. También ayudaba a los agricultores a comprar sus propias tierras y a veces les daba dinero para mantener a sus hijos. La madre de la hermana Chan Khong también era generosa. Concedía préstamos a los pobres para que montaran sus propios negocios y sólo les pedía que se los devolvieran si tenían éxito.

Un día, cuando era adolescente, Chan Khong sorprendió a un niño hurgando en sus bolsillos. Le dijo que no tenía otra opción. Su madre le pegaba cada vez que volvía a casa con las manos vacías. «¿Dónde está tu padre?», le preguntó Chan Khong, pero el niño dijo que no tenía padre. Entonces, siguiéndolo hasta su casa en los barrios bajos, le preguntó por su escolarización. «No tenemos suficiente para comer», le dijo. «¿Cómo podría ir a la escuela?»

La hermana Chan Khong decidió encontrar la forma de ayudar a las familias pobres como la del niño. Pero como su propia familia era -como ella dice- «ni tan rica, ni tan pobre», no pidió dinero a sus padres. En lugar de eso, como era buena académicamente, recaudó dinero dando clases particulares a estudiantes ricos que tenían dificultades con las matemáticas. Más tarde, tras matricularse en la Universidad de Saigón, diversificó sus esfuerzos humanitarios.

La hermana Chan Khong escribió: «Sabía que si iba a los barrios marginales como joven de clase media, la gente de allí sabría que yo no pertenecía a su mundo y no confiarían en mí. Incluso podrían intentar convencerme. Así que siempre iba con un vestido raído, fingiendo que tenía un pariente que vivía allí: «¿Conoces a mi tío Ba, el conductor de rickshaw?». Así que me sentaba a escuchar a la gente hablar de sus dificultades, y pensaba en formas de ayudarlos».

«Tienes un buen corazón», le dijo su primer maestro budista. «Con todo el trabajo generoso que haces, renacerás en una familia rica. Quizá seas una princesa». Pero a la hermana Chan Khong no le preocupaba su próxima vida, y mucho menos la posibilidad de un pedigrí real. Se concentraba en el presente: los hambrientos necesitan comida, los enfermos necesitan medicinas, y las necesitan ahora.

«Tienes que estudiar más las escrituras y trabajar para iluminarte», continuó su maestro. «Una vez que te hayas iluminado, podrás salvar a innumerables seres». La idea era que, si practicaba el budismo con diligencia, renacería como un hombre en su próxima vida; entonces podría convertirse en un bodhisattva y, más tarde, en un Buda con poderes milagrosos. Pero, una vez más, la hermana Chan Khong se sentía ajena a estos objetivos. No quería poderes milagrosos ni ser un hombre, y para ella esta iluminación olía tanto a sexismo como a insignificancia.

Encuentro con Thich Nhat Hanh

En otoño de 1959, la hermana Chan Khong mantuvo una conversación con un eminente monje budista durante la cual le hizo muchas preguntas sobre el Dharma. Pero él no respondió a ninguna. En cambio, para cada pregunta, tomaba un libro de Thich Nhat Hanh -un monje del que la hermana Chan Khong nunca había oído hablar- y decía: «La respuesta a tu pregunta está aquí». Chan Khong habría preferido hablar con el monje que tenía delante, pero accedió a leer el libro cuando tuviera tiempo. Un mes después, Chan Khong asistió a un curso que Thich Nhat Hanh impartía en Saigon. Impresionada por la primera conferencia, sintió que nunca había oído hablar a nadie con tanta belleza y profundidad.

Al año siguiente, la hermana Chan Khong empezó a mantener correspondencia con Thich Nhat Hanh. En su primer mensaje, escribió con su impecable caligrafía acerca del monasterio de montaña donde vivía: la madera húmeda con la que cocinaba y el viento frío que silbaba fuera. En notas posteriores, respondió a la preocupación de la hermana Chan Khong de que la mayoría de los budistas no parecían preocuparse por los pobres y que consideraban el trabajo social como un mero trabajo de mérito.

Según Thich Nhat Hanh, era posible encontrar la iluminación ayudando a los necesitados -o realizando cualquier otra actividad- con tal de que se hiciera con plena conciencia. Creía que el budismo tenía mucho que aportar a la sociedad y prometió apoyar a Chan Khong en sus esfuerzos. Pretendía reunir a personas con la misma visión y establecer aldeas que sirvieran de modelo de desarrollo, así como centros de formación para trabajadores de la educación, la agricultura y la sanidad.

Thich Nhat Hanh era el maestro que ella buscaba.

Inspirada por sus enseñanzas y su aliento, la hermana Chan Khong se organizó con setenta amigos para ayudarlo en los barrios marginales de Saigón. Trataban a enfermos en el hospital, organizaban clases de alfabetización para adultos y, en ocasiones especiales, regalaban a los niños desfavorecidos ropa, una comida en un restaurante o una excursión al zoo. Al mismo tiempo, la hermana Chan Khong seguía estudiando el Dharma con Thich Nhat Hanh. De mayo a septiembre de 1961, ella y una docena de personas más siguieron sus enseñanzas y se convirtieron en los «Trece Cedros», una sangha dedicada al cambio social.

Mientras tanto, el régimen de Ngo Dinh Diem en Vietnam del Sur se lanzaba a la represión religiosa, intentando sofocar el budismo y convertir a la población al catolicismo. La situación llegó a un punto crítico cuando el régimen prohibió la bandera budista y la celebración del Vesak, el cumpleaños de Buda. Estallaron manifestaciones pacíficas, respondidas con una violenta represión. Las autoridades ordenaron a los tanques avanzar sobre los manifestantes y torturaron a los supuestos instigadores de las protestas.

Ante esa opresión, un monje llamado Thich Quang Due hizo un poderoso alegato en favor de la libertad religiosa: el 11 de junio de 1963, se prendió fuego. «Nadie me había dicho que fuera a hacerlo», escribe la hermana Chan Khong en Learning to love (Aprendiendo a amar; La force de L`Amour), «pero justo cuando se prendió fuego, yo iba en mi moto por la esquina de las calles Phan Dinh Phung y Le Van Duyet, y lo vi sentado valiente y apaciblemente, envuelto en llamas. Estaba completamente inmóvil, mientras los que le rodeaban lloraban y se postraban en la acera. En ese momento, brotó en mí un profundo voto: yo también haría algo por el respeto de los derechos humanos de una forma tan hermosa como Thay Quang Due».

Un año después, la hermana Chan Khong se embarcó en las aldeas experimentales que ella y Thich Nhat Hanh habían imaginado. Mientras ella terminaba su licenciatura en biología, Thich Nhat Hanh había empezado a formar a trabajadores sociales para que contribuyeran al cambio social no violento y había encabezado la fundación de la primera aldea. Para la segunda, pidió a la hermana Chan Khong que se pusiera al frente, y Thao Dien -a ocho fangosos kilómetros de Saigón- fue el lugar elegido. En julio de 1964, la hermana Chan Khong y un equipo de otros jóvenes trabajadores sociales organizaron una reunión con los aldeanos para proponerles la construcción de una escuela.

El gobierno habría financiado el edificio si hubiera habido al menos doscientos niños, pero en Thao Dien sólo había setenta y siete. Para alegría de la hermana Chan Khong, los aldeanos aceptaron colaborar con los trabajadores sociales y construir ellos mismos la escuela. Algunos incluso donaron materiales de construcción: hojas de palma para el tejado y un bosquecillo de bambú. Como los aldeanos habían participado en la escuela desde el principio, estaban orgullosos de ella y la cuidaban con esmero. En cambio, las escuelas construidas por el gobierno en Vietnam a menudo necesitaban vigilantes para evitar el vandalismo.

En las aldeas experimentales, la hermana Chan Khong y los demás trabajadores sociales también se ocupaban de la atención médica, la horticultura y el cuidado de los niños. Estos proyectos se vieron coronados por el éxito, ya que los trabajadores sociales respetaban las opiniones de los aldeanos y los implicaban en las soluciones. Los intelectuales de Saigón tomaron nota de los éxitos y, en consecuencia, cuando Thich Nhat Hanh anunció la creación de la Escuela de Servicio Social para Jóvenes (ESSJ), más de 1.000 personas se postularon para la formación. La hermana Chan Khong y otras cinco personas se convirtieron en sus líderes.

Guerras internas y externas

Parecía que el cambio real era posible, pero entonces cayeron las bombas: la guerra de Vietnam estaba en plena y violenta efervescencia. Tra Loc, una nueva aldea experimental, sufrió graves daños. El EJSS ayudó a los aldeanos a reconstruir todas las casas, el centro médico, el centro agrícola y la escuela. Pero la aldea fue bombardeada de nuevo. Sucedió una y otra vez: la aldea fue bombardeada y reconstruida, bombardeada y reconstruida. La frustración tentó a los trabajadores a tomar las armas. La meditación, sin embargo, los mantuvo tranquilos.

«La gente cree que el budismo comprometido es sólo trabajo social, sólo detener la guerra», dice la hermana Chan Khong, «pero, en realidad, al mismo tiempo que detienes la guerra externa, tienes que detener la guerra dentro de ti».

A lo largo de su vida, la hermana Chan Khong aprendió la importancia de no hacer la paz, sino más bien de ser paz, de ser comprensión, de ser amor, y de encarnar esta forma de ser las veinticuatro horas del día. La clave, dijo a Lion’s Roar (una revista budista estadounidense), es practicar la plena conciencia. «Cuando tu cuerpo y tu mente no están unidos, no ves en profundidad», afirma. «Estás delante de tu hermano, pero tu mente está en otras muchas cosas, así que no ves realmente a tu hermano. Quizá esté en apuros, pero no lo ves, aunque compartáis la misma habitación. Pero la plena conciencia te lleva allí, al presente, y entonces ves. Practica todo el día para llevar tu mente a tu cuerpo y estar presente con tu comida, tus amigos, tu trabajo, todo, porque cuanto más te concentres, más profundamente verás».

Dicho esto, dice la hermana Chan Khong, no esperes que las ideas te vengan todas de inmediato. «Quizá quieras ayudar a tu hermano pequeño, que se siente atraído por las drogas, pero no puedes comunicarte fácilmente con él. Intentas estar presente con él en el momento, pero sigues sin ver cómo ayudarle. «No pasa nada», dice Chan Khong. «Si practicas conducir tu coche en el momento presente, caminar en el momento presente, preparar tu cena en el momento presente, en algún momento -quizá cortando las verduras- tendrás la comprensión profunda de cómo puedes manejar la situación con tu hermano de forma hábil. Sabrás cómo tocar lo que hay de maravilloso en él».

Los preceptos para los monjes se formularon en otra época -hace más de dos milenios- y Thich Nhat Hanh vio que era necesario revisarlos. Redactó catorce preceptos nuevos, que consideró fieles a las enseñanzas más profundas de Buda y adaptados al mundo moderno. Luego invitó a la hermana Chan Khong y a los otros cinco líderes de la EJSS a recibirlos. Esta ordenación convirtió a estos seis primeros miembros en lo que Thich Nhat Hanh denominó la Orden del Interser, una comunidad comprometida con el servicio y la plena conciencia. Pero no los convirtió en monjes y monjas con la cabeza rapada. Thich Nhat Hanh dio a cada miembro de esta nueva orden la opción de vivir como monje comprometido con el celibato, o vivir como budista laico con libertad para casarse. Las tres mujeres eligieron el celibato, mientras que los tres hombres optaron por el matrimonio.

Nhat Chi Mai, amiga íntima de la hermana Chan Khong, era uno de los seis miembros originales de la Orden del Interser. Era la hija pequeña de una familia pudiente y temía las consecuencias de la actividad política. No obstante, al igual que la hermana Chan Khong, emprendió la peligrosa tarea de difundir la palabra de paz. Chi Mai escondía ejemplares del libro de Nhat Hanh Un loto en un mar de fuego en su Volkswagen y los repartía en las escuelas. Luego, sólo un año después de tomar los catorce preceptos, Chi Mai colocó dos estatuas ante ella -una de la Virgen María y otra de Avalokitesvara- y se inmoló. Los poemas y cartas de Chi Mai instaban a católicos y budistas a trabajar juntos por la paz, y tras su muerte fueron muy leídos, inspirando a muchas personas. Sin embargo, para Chan Khong, perder a Chi Mai fue una de las mayores penas de su vida.

Pero no fue la única pérdida que tuvo que afrontar la hermana Chan Khong en 1967. Uno de sus amigos monjes fue secuestrado ese año en el pueblo de Binh Phuoc, junto con otros siete trabajadores sociales. Aunque nunca se encontraron sus cuerpos, se supone que fueron asesinados; trabajar para los pobres se consideraba una actividad comunista y los trabajadores sociales tenían muchos enemigos. Sólo la suerte impidió que la hermana Chan Khong fuera la novena víctima. Había estado en el pueblo de Binh Phuoc, pero aquella noche se fue para visitar a su madre.

Abandonar Vietnam

Cuando la hermana Chan Khong embarcó en un vuelo con destino a Hong Kong, pensaba estar fuera unos días. Nunca imaginó que pasarían casi cuarenta años antes de que volviera a pisar su tierra natal.

En 1966, dos años antes de la partida de la hermana Chan Khong, Thich Nhat Hanh también había abandonado Vietnam, creyendo que sólo estaría fuera poco tiempo. Pero en una conferencia celebrada en Washington, presentó una propuesta en la que instaba a los estadounidenses a detener los bombardeos y a ofrecer ayuda para la reconstrucción sin ataduras políticas o ideológicas. El gobierno nacionalista survietnamita lo declaró traidor, haciendo demasiado peligrosa su vuelta a casa, por lo que se trasladó a París. Sin embargo, en 1968 quiso saber si sus amigos y colegas de Vietnam necesitaban que se arriesgara a regresar. ¿Era más importante para él estar sobre el terreno en Vietnam o estar en Occidente promoviendo la paz? No era algo que pudiera abordarse libremente en las cartas que entraban y salían de su país: el gobierno los vigilaba demasiado. Así que Thich Nhat Hanh pidió a la hermana Chan Khong que se reuniera con él en Hong Kong.

Allí, tomando una taza de té oolong, le contó que se había reunido en privado con líderes budistas de Vietnam y que habían sido unánimes. Thich Nhat Hanh no debía volver; su habilidad para comunicarse con Occidente era demasiado valiosa. Thich Nhat Hanh decidió que, para dar a conocer mejor lo que ocurría en Vietnam, necesitaba un ayudante. ¿Estaría dispuesta la hermana Chan Khong a asumir ese papel? Al principio dijo que no, pues tenía responsabilidades en Vietnam. Pero, tras pensarlo un poco, decidió que Thich Nhat Hanh tenía razón. Viviendo en el extranjero podría lograr más cambios en su patria.

En enero de 1969, la hermana Chan Khong se reunió con su maestro en Francia y participaron en la organización de una conferencia para presentar las opiniones de la mayoría sin voz de Vietnam: las personas que no eran ni comunistas ni anticomunistas, que simplemente querían la paz. De esa conferencia nació la delegación budista vietnamita por la paz, de la que THich Nhat Hanh fue nombrado presidente. Por su parte, la hermana Chan Khong debía ayudar en la administración, y vivía y trabajaba en la modesta oficina de la delegación, alquilada en un barrio pobre de París. Los proyectos que emprendieron fueron variados e incluyeron la recaudación de fondos para los huérfanos de Vietnam y la elaboración de un boletín informativo en francés, inglés y vietnamita. La hermana Chan Khong viajó por Europa y Estados Unidos hablando al público sobre la necesidad de un alto el fuego inmediato.

Finalmente, el 30 de abril de 1975, la guerra llegó a su fin. El sufrimiento, sin embargo, no había cesado. Aterrorizados por la dominación comunista, los refugiados empezaron a arriesgarlo todo para huir de Vietnam. Si el gobierno los pillaba huyendo, los encarcelaban o fusilaban. Si conseguían hacerse a la mar, eran presa de los piratas. Y si llegaban a una costa extranjera, a menudo eran rechazados, echando al agua sus desvencijadas embarcaciones.

En los mares era valiente, aún ante los piratas, e incluso estaba alegre porque sabía que iba en dirección a la belleza

Hermana Chan Khong

La desesperación de la hermana Chan Khong era intensa. Parecía que no podía hacer nada para salvar a sus compatriotas de la violación, el robo y el asesinato. Sin embargo, tras meses de meditación, eligió el camino de la acción y puso en marcha un proyecto de rescate. La hermana Chan Khong alquiló un barco pesquero en Tailandia, se vistió de pescadora y se hizo a la mar para «pescar» a los balseros. Cada vez que ella y su equipo se cruzaban con una embarcación de refugiados, les daban comida, combustible e instrucciones sobre cómo llegar al campo de refugiados más cercano. En una entrevista con Alan Senauke y Susan Moon, publicada en Turning Wheel, la hermana Chan Khong dijo: «La meditación me permitió transformar la basura, el sufrimiento, que había en mí en un barco pesquero de misericordia. En los mares era valiente, aún ante los piratas, e incluso estaba alegre porque sabía que iba en dirección a la belleza ».

En 1988, la hermana Chan Khong fue oficialmente ordenada monja. «Al afeitarme la cabeza, todos los apegos son cortados», dijo Thich Nhat Hanh cuando ella se cortó el pelo.

Una monja en Occidente

Como monja en Occidente, la hermana Chan Khong ha escrito: «No llevo bebés desnutridos en brazos, pero los adolescentes y los adultos lloran en silencio cuando comparten historias de su infancia de tristeza y abuso. Escuchando atentamente su dolor y ayudándolos a revitalizarse, puedo contribuir a curar a muchos de estos “niños” heridos, lo cual se acerca mucho a mi ideal de sostener en mis brazos a los niños de la aldea. Estoy agradecida de poder ayudar de esta manera». Como monja en Occidente, la hermana Chan Khong ha desempeñado un papel clave en el desarrollo de la comunidad internacional de Thich Nhat Hanh. En 1982, se trasladaron a lo que ahora se llama Plum Village, dos bucólicas parcelas de tierra de labranza en Francia. Para el primer retiro del centro, los 107 participantes utilizaron tablones de madera como camas y sacos de dormir como mantas, y no tenían suficientes aseos. En una charla del Dharma publicada en el libro I have arrived, I am home (He llegado, estoy en casa), la hermana Chan Khong cuenta: «¡Sólo había un cuarto de baño para todo Lower Hamlet, para la ducha y el retrete! Lo mismo ocurría en Upper Hamlet. Al ver la situación, los participantes masculinos en el retiro cogieron palas y cavaron dos letrinas “de combate”».

Sin embargo, los participantes no se desanimaban por las condiciones, y en retiros posteriores, el número aumentó exponencialmente. Hoy en día, Plum Village es menos rústico, pero sigue siendo sencillo, y gente de todo el mundo acude allí a practicar. También visitan otros centros de la tradición de Plum Village: el monasterio Deer Park en California, el monasterio Blue Cliff en el estado de Nueva York y el Instituto Europeo de Budismo Aplicado en Alemania.

En 2005, el gobierno vietnamita autorizó a la hermana Chan Khong y a Thich Nhat Hanh a visitar su patria por primera vez desde la década de 1960. Durante su estancia, recorrieron el país en compañía de miembros de su sangha y establecieron vínculos con el pueblo vietnamita, especialmente con los jóvenes. Se autorizaron otras dos visitas, una en 2007 y otra en 2008. Desde entonces, ya no son bienvenidos. El gobierno vietnamita se sintió amenazado por el gran número de jóvenes instruidos atraídos por las enseñanzas de Thich Nhat Hanh.

Según Thich Nhat Hanh, la hermana Chan Khong acudió a él como alumna, pero también ha sido una maestra para él. Cuando la guerra de Vietnam hacía estragos, Thich Nhat Hanh estaba tan preocupado por cómo detener la lucha que le resultaba difícil comer. Un día, la hermana Chan Khong estaba preparando hierbas para servir con fideos de arroz y le preguntó si podía identificarlas. «Al verla colocar las hierbas con cuidado y belleza en un gran plato, me iluminé», escribió. «Tenía la habilidad de mantener su atención en las hierbas, y me di cuenta de que tenía que dejar de fijarme sólo en la guerra y aprender a centrarme también en las hierbas». Pasaron diez minutos hablando de las hierbas de Vietnam, y esta conversación apartó la mente de Thich Nhat Hanh de la guerra, permitiéndole recuperar el equilibrio que necesitaba.

«Una persona es capaz de ayudar a muchos seres vivos», dijo Thich Nhat Hanh en su libro Be free where you are (Sea libre donde esté). «Mi colega la hermana Chan Khong lleva muchos años trabajando con los pobres, los huérfanos y los hambrientos. Ha ayudado a miles y miles de personas y, gracias a su trabajo, estas personas sufren menos. Esto la llena de alegría y da sentido a su vida. Esto puede ser cierto para todos nosotros en cualquier momento y en cualquier lugar».

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Thich Nhat Hanh January 15, 2020

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