En este artículo vamos a explorar cómo estudiar y practicar el budismo (la metodología budista) para ayudarnos a convertirnos en verdaderas almas gemelas de Buda, o en personas capaces de comprender a Buda.
No es infrecuente que la gente malinterprete las enseñanzas de Buda. Los propios budistas, así como los no budistas, pueden malinterpretar las enseñanzas de Buda. Dado que algunos de los propios discípulos de Buda comprendieron mal su mensaje, no es sorprendente que muchos eruditos occidentales también malinterpreten las enseñanzas. Cuando malinterpretamos a Buda y transmitimos sus enseñanzas de forma incorrecta, transmitimos este malentendido a las generaciones futuras.
Para ayudarnos a convertirnos en almas gemelas de Buda, nuestros maestros ancestrales nos han transmitido los métodos de estudio y práctica del budismo (la metodología budista).
Los cuatro criterios de la verdad
A veces, al leer los sutras o estudiar las puertas del Dharma, nos encontramos con enseñanzas que parecen contradictorias. Podemos sentirnos confusos y no saber qué es lo correcto, porque se supone que todo ha sido expresado por Buda. ¿Por qué dice Buda una cosa aquí y otra allá, sin coherencia aparente? Para comprenderlo, necesitamos el método de los Cuatro Criterios de la Verdad.
El Criterio del Mundo
El primer criterio es el Criterio del Mundo [世 間 悉 檀]; significa que se supone que el Buda habla de acuerdo con la manera en que la gente de este mundo percibe las cosas, o sea desde un punto de vista convencional. Si Buda no hablara como suele hacerlo la gente, no podrían entenderlo. Por ejemplo, Buda podría decir: «Ānanda, ven conmigo a dar un paseo por la colina». En esta frase, Buda utiliza palabras como «yo/conmigo», «Ānanda» y «colina» como si fueran tres entidades distintas: Buda, Ānanda y la colina. Sin embargo, según la verdad absoluta de las enseñanzas de Buda, no existe un yo separado. Pero si Buda no utilizara un lenguaje convencional, ¿cómo podría enseñar a la gente de todo el mundo? Cuando Buda dice «Ven a dar un paseo conmigo», no significa que crea en la existencia de un yo separado.
En el mundo utilizamos expresiones como «el cielo arriba» y «la tierra abajo». Esto no significa que los europeos crean que los japoneses están sentados boca abajo. Utilizar el lenguaje del mundo no significa que estemos contradiciendo la verdad. La verdad del mundo es un tipo de verdad, pero es relativa, no absoluta. Buda también puede utilizar expresiones para comunicar la verdad relativa.
El Criterio de la Persona
El segundo criterio es el Criterio de la Persona [各 各 為 人 悉 檀] Cuando hablamos, debemos elegir nuestro vocabulario en función de la persona a la que nos dirigimos.
Un día, alguien se acercó al Buda y le preguntó: «Mi amigo lleva muchos años practicando. Cuando muera, ¿en qué mundo aparecerá?». Buda respondió: «Probablemente nacerá en el trigésimo tercer cielo, o Tuṣita». Pero cuando otras personas le hicieron la misma pregunta, Buda respondió: «No ha ido a ninguna parte. Vino de ninguna parte y no irá a ninguna parte».
Cuando la gente le preguntó al Buda por qué había dado dos respuestas contradictorias respondió:
«Depende de la persona. Si alguien no está libre de sus concepciones, le contesto de manera diferente que a una persona que está libre de sus concepciones. Una persona que está atrapada en conceptos siempre necesita algo a lo que aferrarse».
En el budismo creemos en la relación entre causa y efecto, es decir, entre la acción y su resultado: lo que sembramos, lo cosecharemos. Esto también se conoce como retribución. Pero el budismo también enseña el no-yo. En general, pensamos que el proceso de «acción y resultado de la acción» requiere que alguien siembre la semilla y, cuando el fruto esté maduro, recoja ese fruto. Pero el sutra dice que no hay nadie que siembre la semilla ni nadie que reciba el fruto de la acción. Existe un conflicto: la enseñanza del no-yo parece incompatible con la enseñanza de la retribución.
Los practicantes sabios no se dejan atrapar por esta aparente contradicción. Utilizando las metáforas propuestas por Buda, comprenden que puede haber acción y retribución sin necesidad de un yo separado.
Un día, alguien planteó esta pregunta: «¿El actor y quién recibe el resultado de esa acción son la misma persona? ¿O son dos personas distintas?» Si respondemos que son la misma persona, estamos atrapados en la trampa de la percepción de permanencia, también conocida como eternalismo o percepción de la semejanza.
Un día, cuando tuvo que ausentarse unos días, un hombre le dio a una mujer un cazo de leche para que lo cuidara. Cuando volvió, pidió su cazo de leche y la mujer le dio un cazo de mantequilla. Él le preguntó: «Pero, ¿dónde está mi cazo de leche? Te he dejado leche y ahora me das mantequilla».
¿La leche y la mantequilla son iguales o diferentes? No son ni iguales ni diferentes. Si dices que el que cosecha y el que siembra son dos personas diferentes, estás atrapado en la idea de la aniquilación. Tanto la visión de la permanencia como la visión de la aniquilación son visiones erróneas.
Las enseñanzas de Buda son profundas y maravillosas, pero tenemos que encontrarnos con las personas allí donde están. Si una persona descubre las enseñanzas por primera vez, tenemos que referirnos a un yo estable; tenemos que decir que el que siembra es el que recoge.
Aunque se trate de una visión eternalista, esta persona aún no está preparada para recibir las enseñanzas más profundas. Para otra persona, tal vez podríamos hablar en términos de «nada es eterno y nada se aniquila», lo que está más cerca de la verdad. Este segundo criterio de verdad sugiere que las enseñanzas son diferentes según la capacidad de comprensión de la persona a la que se enseña.
El criterio de curación
El tercer criterio es el Criterio de Curación [對 治 悉 檀]. Este criterio expresa la hipótesis de que existen varios tipos de tratamiento, según el tipo de enfermedad. Si el médico prescribe un remedio inadecuado, puede incluso matar a su paciente. Lo mismo ocurre con el Dharma: según que una persona sufra de codicia, apego, pena o desesperación, debemos ofrecerle la enseñanza adecuada a su situación.
En tiempos de Buda, algunos monjes malinterpretaron las enseñanzas sobre la impermanencia, el no-yo y el sufrimiento hasta tal punto que se suicidaron. Buda aprendió una lección de ello. Nosotros también, como enseñantes del Dharma, debemos aprender; no debemos suponer que las enseñanzas que ofrecemos son adecuadas para todo tipo de público, en toda circunstancia. Es muy posible que aún no hayamos comprendido las capacidades y tendencias de las personas a las que enseñamos. Enseñemos lo que enseñemos, debe adaptarse a la condición particular de las personas a las que enseñamos. También debe tener el sabor del Budadharma.
El Criterio de la Verdad Absoluta
El cuarto criterio es el Criterio de la Verdad Absoluta [第 一 義 悉 檀]. La Verdad Absoluta (Paramārtha en sánscrito) puede ayudar a las personas a liberarse del sufrimiento, pero hay que tener cuidado para evitar imaginar que hemos descubierto la verdad absoluta cuando en realidad nos aferramos a la verdad relativa.
Las enseñanzas sobre el vacío y el interser, por ejemplo, forman parte de la verdad absoluta. La enseñanza de la retribución (según la cual «esto es porque eso es») no es la verdad absoluta. Cuando hablamos de «esto» y «eso», ya estamos hablando en términos relativos. Cuando decimos «esto es porque eso es», siempre estamos distinguiendo entre «esto» y «eso». Según la verdad absoluta, «esto» reside en «eso» o «esto» es «eso». Hijo y madre son dos términos diferentes, pero, si miramos profundamente, veremos que el hijo reside en la madre y la madre en el hijo. La verdad es que la madre y el hijo son una misma cosa: la madre es el hijo y el hijo es la madre.
El día en que fue elegido Presidente de Estados Unidos, Obama envió este breve mensaje a sus amigos y votantes: «Todo esto ha ocurrido gracias a vosotros. Gracias».
Los cuatro Siddhāntas son el primer punto de referencia en la metodología budista. Si conseguimos comprenderlos, podremos ver cómo se relacionan las distintas enseñanzas con cada criterio de verdad, y no tendremos la impresión de que estas enseñanzas se contradicen entre sí. Una vez que hayamos comprendido los cuatro criterios, ya no estaremos en la confusión al leer los sutras.
El método de las cuatro confianzas
Confianza en el Dharma y no en la persona (que enseña el Dharma) [依 法 不依 人].
Cuando Thầy estaba en la guardería, su profesora solía decir a los niños: «No deberíais llevar zapatos de tacón alto. Hacen que caminar y estar de pie sea mucho más difícil, y podéis torceros fácilmente el tobillo». Y, sin embargo, la maestra llevaba zapatos de tacón alto.
El hecho de que nuestros profesores no practiquen lo que enseñan no debe sin embargo incitarnos a abandonar la práctica. Aunque un maestro no practique todavía bien, puede tener conocimientos valiosos sobre el Dharma. Si, por ejemplo, queremos recuperar una joya preciosa que hemos tirado por error al cubo de la basura, tenemos que rebuscar entre la basura con las manos. La joya preciosa es el Dharma y la basura es la persona que enseña. Esa persona no es agradable, pero toleramos que aprenda el precioso Dharma. Antes de que se transcribieran las escrituras budistas, un monje arrogante se había aprendido de memoria todo el Tripitaka1. Los demás monjes sabían que si no podían trabajar con este monje, no tendrían ninguna posibilidad de escribir el Tripiṭaka. Así que hábilmente aprendieron a soportarlo y lo persuadieron para que recitara el Tripitaka en su totalidad, lo que les permitió transcribir sus discursos. Así que no abandones la enseñanza por culpa del maestro. Confía en la enseñanza y no en el maestro.
Thầy quedó muy impresionado cuando oyó hablar de la Primera Confianza cuando aún era un joven monje. «Walk your talk» (literalmente: “¡Camina como dices!”) es una expresión utilizada en Estados Unidos, pues no es raro encontrarse con un maestro que no pone en práctica lo que enseña. Con el mismo espíritu, el filósofo chino Wang Yangmin2 dijo (知 行 合 一): «Comprensión y Comportamiento van de la mano».
Confianza en discursos de significado profundo, no en enseñanzas sin profundidad [依 了義 經 不 依不了義 經].
Los «discursos con significado profundo» son los que cumplen el criterio de la verdad absoluta. Los discursos menos profundos no ofrecen toda la verdad; están dirigidos a personas que aún no han tenido la oportunidad de profundizar en su práctica. Por ejemplo, en el Sukhavatī Sūtra, encontramos la pregunta retórica y su respuesta:
«Śāriputra: ¿por qué se llama a esta tierra la Tierra de la Gran Felicidad? Śāriputra: es porque quienes viven allí sólo conocen la felicidad. Nunca experimentan sufrimiento».
Se trata de una afirmación seductora, destinada a proporcionar esperanza a quienes sufren profundamente. De hecho, todos soñamos con un lugar donde no haya más sufrimiento. Por tanto, esta frase atrae a la mayoría de nosotros hacia la Práctica. Al mismo tiempo, según las enseñanzas más profundas de Buda, comprendemos la verdad de que la felicidad y el sufrimiento interson. El sufrimiento es lo que hace posible la felicidad, igual que el barro hace posibles las flores de loto. Por tanto, en un nivel profundo, la felicidad está compuesta de elementos «no felicidad». Así pues, la respuesta a la pregunta retórica no es profunda. Sin embargo, esto no significa que no tenga ningún papel que desempeñar: la gente sufre tanto que necesita ver que la Práctica hace posible la Felicidad.
No condenamos esta frase del Sukhavatī Sūtra, pero reconocemos que no es un sutra en el sentido más profundo. En última instancia, debemos confiar en los sutras en el sentido profundo, aunque al principio necesitemos sutras que no lo sean tanto.
Confianza en el espíritu y no en la letra [依 義 不 依 語].
Cuando leamos los sutras, no debemos quedarnos atrapados en el significado literal palabra por palabra. Debemos leer entre líneas para comprender el espíritu de la enseñanza de Buda. Por ejemplo, la enseñanza «esto es porque eso es» no significa que «esto» sea una entidad separada de «eso».
Confianza en la visión profunda, no en la conciencia [依 智不 依 識].
La ignorancia, los prejuicios y la energía de hábito forman parte de nuestra conciencia. La visión profunda es clara y luminosa. No está oscurecida por las aflicciones, es intuitiva y no necesita razonamiento. Por eso debemos confiar más en la visión profunda que en el intelecto.
[1] Literalmente «Tres Cestas». Se refiere al canon budista compuesto por las cestas de discursos, el código ético y los comentarios a los discursos.
[2] 1472-1529