En este artículo seguimos explorando las formas de estudiar y practicar el budismo(metodología budista) para ayudarnos a convertirnos en almas gemelas de Buda.
Las Dos Verdades二諦
Verdad relativa (saṃvṛti-satya) 世俗諦
Ésta es la verdad convencional, una verdad relativa basada en conceptos acordados: «nosotros» y «ellos», vida y muerte, principio y fin, izquierda y derecha, sufrimiento y felicidad. En términos convencionales, la felicidad no es sufrimiento, yo no soy tú y el padre no es el hijo. Hay una especie de verdad en estas afirmaciones, pero es sólo una verdad relativa. Según la verdad relativa, esto está fuera de aquello, el padre está fuera del hijo, el sujeto no es el objeto y el creador no es lo creado.
La verdad absoluta (paramārtha-satya) 勝義諦
Cuando miramos profundamente, vemos otra verdad. Por ejemplo, al mirar profundamente al hijo vemos al padre. Si no fuera por el padre, no habría hijo; si no hubiera hijo, no podríamos llamar padre a esa persona. No podemos separar al padre del hijo ni al hijo del padre. Del mismo modo, no podemos sacar la izquierda de la derecha ni la derecha de la izquierda. No podemos tener lo percibido sin el perceptor y no podemos tener al perceptor sin lo percibido. No podemos tener el alma sin el cuerpo y no podemos tener el cuerpo sin el alma. Ésa es la verdad absoluta, según la cual «esto» está en «eso». Mirando dentro de la flor vemos el sol; el sol no está fuera de la flor. El niño y los padres interson; se condicionan mutuamente. Gracias a la práctica de contemplar la génesis condicionada, podemos ver la verdad absoluta.
Cuando estudiamos y practicamos el budismo, recibimos enseñanzas tanto de la verdad convencional como de la absoluta. Por tanto, no debe sorprendernos que un sutra opere en el plano de la verdad relativa y otro en el de la verdad absoluta. Cuando leemos en un sutra que nacemos y morimos, y en otro sutra que no hay nacimiento ni muerte, no lo vemos como una contradicción. Tampoco nos sorprende que el Buda se refiera en un pasaje a Ānanda y al Buda como dos yoes separados, y en otros pasajes el Buda enseñe que no hay un yo separado.
David Bohm, físico británico, ha hablado de dos órdenes: el orden explicado y el orden implicado. Al igual que ocurre con las verdades absoluta y relativa, estos órdenes parecen contradecirse en un principio. Sin embargo, cuando miramos en profundidad, podemos movernos sin problemas entre ellos.
El orden explicado significa que una cosa está fuera de otra: la izquierda está fuera de la derecha y el hijo está fuera del padre. Sin embargo, cuando miramos profundamente, vemos que las cosas no son así; tocamos el orden implicado. Una cosa contiene muchas otras cosas. El hijo no sólo contiene al padre, sino también a la madre y a todos los antepasados.
En el campo de la física cuántica también hay verdades que, en principio, parecen contradecir las verdades de la ciencia clásica. La física clásica o newtoniana se ha aplicado con éxito durante muchos años en campos como la ingeniería y la tecnología. Pero las verdades que se están descubriendo ahora en la física de partículas o cuántica son muy diferentes. Si no podemos desprendernos de las verdades que hemos aprendido en la física newtoniana, no podremos comprender la física de partículas. Podríamos pensar que este electrón es diferente de aquel otro, que uno está fuera del otro. La verdad es que este electrón está dentro de aquel electrón. Ése es el orden implicado, según el cual nada puede existir separado de todo.
Entre el orden implicado y el orden explicado hay una línea divisoria. La gente se pregunta: ¿cómo podemos tender un puente entre los dos órdenes, entre la física newtoniana y la cuántica? Es una de las grandes cuestiones de la física actual. El budismo tiene una respuesta: ambos tipos de verdad pueden aplicarse con éxito en la vida y los dos tipos de verdad no se contradicen.
Investigación separada de la naturaleza y la apariencia
La investigación separada de la naturaleza y la apariencia es una metodología descubierta por los maestros ancestrales y que nos ha sido transmitida. En nuestros estudios y práctica, debemos distinguir la naturaleza (svabhāva) del signo o apariencia (lakṣaṇa). En términos kantianos, significa que investigamos lo nouménico y lo fenoménico por separado. La naturaleza es el fundamento ontológico, el noúmeno; la apariencia es el mundo fenoménico. En nuestra investigación no debemos mezclar ambos. Cuando investigamos lo ontológico, sólo hablamos en términos ontológicos. Del mismo modo, cuando investigamos el mundo fenoménico, sólo hablamos en términos fenomenológicos.
En la escuela Dharmalakṣaṇa de la escuela budista de Sólo Manifestación, existe una lista de los cien objetos de la mente (dharmas). El mundo fenoménico se divide en 100 categorías diferentes; por ejemplo, forma (rūpa), sonido, olor, tacto, objetos de la mente, ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo y mente. Los ojos son un objeto condicionado de la mente (saṃskṛta dharma), al igual que la flor, la mesa y nuestro cuerpo, porque están formados por cosas que no son ellas mismas.
También existen objetos incondicionados de la mente (asaṃskṛta dharmas) como el espacio y el nirvāṇa. Sin embargo, en sentido estricto, el nirvāṇa no es un objeto de la mente. Decir que el nirvāṇa es un objeto de la mente es mezclar la naturaleza con la apariencia. Nirvāṇa pertenece al mundo ontológico y no podemos ponerlo al mismo nivel que las cosas que pertenecen al mundo fenomenológico. De forma similar, los teólogos cristianos dicen que Dios es el fundamento del ser. Podemos hablar de la flor como ser o no ser, como bella o no bella, pero no podemos hablar de Dios como ser o no ser, como bueno o no bueno. En otras palabras, no podemos mezclar lo nouménico y lo fenomenológico. Cuando hablamos de lo ontológico no podemos utilizar términos como principio, fin, grande, pequeño, alto, bajo, bello o feo; sólo podemos utilizar estos términos en relación con lo fenomenológico. Del mismo modo, podemos decir que la ola, que representa el mundo fenoménico, es grande o pequeña, alta o baja. Sin embargo, no se puede hablar en estos términos del agua del océano, que representa lo ontológico.
De lo fenomenológico a lo ontológico
Debemos encontrar una forma hábil de pasar del mundo fenomenológico al ontológico y viceversa, de modo que podamos ver que ambos no son opuestos. Podríamos decir que el mundo fenomenológico es el mundo ontológico, pero lo fenomenológico es distinto de lo ontológico. En el mundo fenomenológico existe el ser, el no ser, lo alto, lo bajo, lo bello y lo feo. Aunque no podamos utilizar estos términos en relación con lo ontológico, necesitamos lo fenomenológico para poder contactar con lo ontológico. Del mismo modo que no podemos tener las olas si quitamos el agua del océano. Aunque lo ontológico y lo fenomenológico sean dos mundos diferentes, también son uno.
Un maestro zen vietnamita del siglo X (m. 950) llamado Vân Phong (Nube sobre la Montaña) de la escuela Vô Ngôn Thông enseñó:
-Existe el mundo del nacimiento y la muerte, pero también existe el mundo sin nacimiento ni muerte. Un practicante de la vía necesita volver al mundo del no nacimiento y no muerte.
Un discípulo llamado Thiện Hội (Comprensión de la Bondad) preguntó:
– ¿Dónde podemos encontrar el mundo del no nacimiento y no muerte?
El Maestro Zen respondió
– Encontrarás el mundo del no nacimiento y no muerte justo en medio del mundo de nacimiento y muerte.
En otras palabras, no existe un mundo de no nacimiento y no muerte que se encuentre fuera del mundo de nacimiento y muerte. De lo fenomenológico pasamos a lo ontológico.
Cuando tenía veinticuatro años, escribí un poema con el verso
Del mundo de los fenómenos el barco vuelve al nouménico1
Del mundo fenoménico pasamos gradualmente al nouménico. El Nirvāṇa se encuentra en medio del nacimiento y la muerte. Si huimos del mundo del nacimiento y la muerte, no encontraremos el nirvāṇa. Si cambiamos nuestra forma de ver las cosas, entonces el saṃsāra se convertirá en nirvāṇa. Y los métodos que utilizamos para cambiar nuestra forma de mirar son el camino medio2 y la visión del interser.
Sutta Kālāma (Kesaputtiya)3
El Kālāma (Kesaputtiya) Sutta es un sutra maravilloso y muy conocido. El Buda impartió esta enseñanza a varios miembros jóvenes de los Kālāma después de que acudieran a Buda y le dijeran:
-De vez en cuando pasa por aquí un maestro espiritual. Los invitamos a que se queden un rato y nos den una enseñanza. Todos dicen que su filosofía es la mejor y la más verdadera y que la filosofía de todos los demás maestros espirituales es errónea. Así que no sabemos a quién creer. Por favor, Buda, enséñanos lo que debemos hacer.
La respuesta de Buda demuestra que tenía un enfoque científico. El Buda dijo:
Jóvenes del clan Kālāma, no os apresuréis a creer nada de lo que oigáis, aunque esté escrito en las escrituras o sea algo que diga un maestro muy famoso.
Siempre que oigáis una enseñanza, debéis examinarla profunda y cuidadosamente, usando vuestra inteligencia, para descubrir si es razonable y verdadera. Debéis aplicar la enseñanza en vuestra vida, y si la enseñanza os aporta paz, alegría, liberación y felicidad, podéis confiar en ella. Si no aporta esas cosas, ¿qué razón hay para que creáis en ella?
En Occidente, a este sutra se le ha llamado La Carta de Buda de la libre indagación. En la misma línea, los maestros ancestrales del pasado también nos animaron a no explicar los sutras escarbando en ellos palabra por palabra, sino utilizando nuestro entendimiento: Si te basas en las escrituras para explicar el verdadero significado de las enseñanzas, cometes una injusticia con los budas de los tres tiempos 依經解義三世佛冤. Al estudiar los sutras, debemos utilizar nuestro entendimiento y no quedarnos atrapados en la semántica. Podemos reflexionar, mirar en profundidad y aplicar lo que hemos aprendido; entonces nuestra fe en la enseñanza será verdadera fe.
- Poema de Thich Nhat Hanh: La Barca Regresa a los Antiguos Amarres ︎
- El Camino Medio es el camino que trasciende el ser y el no ser, y otros pares de opuestos. ︎
- AN III 65 (5) y MA 16 ︎