El Hermano Plenitud (Hno. Định Thành) nos cuenta su experiencia de transformación en el
ámbito de la ética comprometida, gracias a una práctica inspirada en la enseñanza de
Thây.
El año pasado, en enero de 2022, pocos días después de ordenarme monje e instalarme en una de las habitaciones de la residencia monástica de Plum Village, le pedí a mi hermano de ordenación, el hermano Simplicidad (Định Túc), que hiciera una caligrafía con las siguientes palabras «Beloved commmunity» (Comunidad bienamada). Son las palabras utilizadas por el Dr. Martin Luther King para designar a la sangha, la comunidad fraternal de práctica.
La idea era colgar esa caligrafía en la pared del dormitorio, para recordarme la perspectiva del interser -ser parte de un todo- en vez de la de la individualidad separada. Con el tiempo, me acostumbré a ver esa caligrafía y olvidé el profundo mensaje que había detrás. El medio hábil había funcionado durante un tiempo, pero se había vuelto demasiado familiar y necesitaba ser renovada.
Pronto encontré un uso nuevo para esa caligrafía: ampliar mi querida comunidad a individuos hacia los que sentía resentimiento en la esfera político-mediática. En efecto, como observador y actor en el campo de la ética comprometida en la sociedad en la que vivo, la visión o evocación de ciertos rostros, de ciertas figuras del ámbito político-mediático tendía a provocarme cólera y resentimiento.
Ese verano, mientras cantaba el nombre de Avalokiteshvaraya con la comunidad, me vino la intuición de conectar con esos individuos de una forma más íntima. Busqué fotos de cada una de esas personas en Internet. Elegí las fotos en las que aparecían bajo su mejor luz, las fotos más humanas que encontré de ellos: fotos de cuando eran niños, o con su familia, con su pareja o sus hijos. Escribía su nombre -en lugar de su apellido- debajo de la foto. La idea era conectar profundamente con su humanidad.
Poco a poco, al hilo del paso de las semanas y de mis hallazgos, fui colocando esas fotos alrededor de la caligrafía, como para decir « a pesar de lo que has hecho en el pasado, a pesar de lo que haces hoy, quiero incluirte en mi comunidad, en mi corazón».
Fue como una oración.
Añadí dos citas de Thây a ese cuadro:
A medida que pasaban las semanas y se iban añadiendo fotos, las cosas cambiaron en mi relación con esas personas: la carga de resentimiento e ira contra ellas se disipaba y dio paso a una mayor disponibilidad y empatía, a pesar de los actos inhumanos que les atribuía. Varias percepciones profundas estaban en la raíz de esta transformación:
– Ya no veía estos actos como actos aislados sino colectivos, causados por una enfermedad colectiva, por los mismos virus.
– Vi que eran la avidez y el miedo -miedo por ejemplo a la pérdida, miedo a desviarse del grupo al que pertenecían, miedo a un conflicto de lealtades- los que impulsaban a estas personas.
– Ante esa querida comunidad así ampliada, vi que si yo estuviera en el lugar de esas personas, si hubiera nacido en la misma familia, si hubiera sido influenciado por las mismas personas, educado por los mismos mentores, sería como ellos —sería ellos— y sin duda habría participado en las mismas atrocidades. («Llamadme por mis verdaderos nombres»; poema de Thây)
– También vi que las fotos colocadas alrededor de la caligrafía son sólo las caras visibles -porque están mediatizadas- de una dinámica profunda que implica a muchos otros, cómplices activos o pasivos que no son visibles. Sin la complicidad pasiva de la población, de la que formo parte, ¿podrían haberse producido estos actos? ¿Por qué, entonces, mantener una carga emocional contra estas personas, que son las únicas que aparecen en los medios de comunicación?
En Nous, fils d’Eichmann (Nosotros, los hijos de Eichmann), Günther Anders propone la siguiente reflexión:
«¿A qué llamo yo ‘monstruoso’?».
1. Que haya habido una destrucción institucional e industrial de seres humanos; y por millones.
2. Que haya habido dirigentes y ejecutores de estos actos: serviles Eichmann (hombres que aceptaron ese trabajo como cualquier otro y que se exculparon aludiendo a órdenes y lealtad) (…)
3. Que millones de personas fueran colocadas y mantenidas en una situación en la que no sabían nada de todo aquello. Y no sabían nada de ello porque no querían saber nada; y no querían saber nada de ello porque no tenían derecho a saberlo. Así que millones de Eichmanns pasivos.
(Nosotros, los hijos de Eichmann, Günther Anders)
Podríamos añadir: no querían saber nada al respecto porque no tenían la fuerza mental para afrontar la situación con lucidez y sin negación. Me parece que debemos mantenernos humildes, porque no podemos saber hasta qué punto somos capaces de hacerlo sin caer en el miedo. Pero el noveno entrenamiento de la plena conciencia nos anima a hacerlo:
«Haremos todo lo posible por hablar abiertamente de las situaciones injustas, aunque ello pueda crearnos dificultades o amenazar nuestra seguridad».
(Extracto del noveno entrenamiento de la plena conciencia)
Sabemos que la atroz y larga guerra de Vietnam no habría sido posible sin una opinión pública estadounidense suficientemente favorable —suficientemente favorable porque se la mantuvo bajo la desinformación. De ahí el valiente viaje de Thây a Estados Unidos para informar a la opinión pública estadounidense y pedir el cese de los combates, un viaje que le valió el exilio de su país.
El ejemplo de Thây es instructivo en varios aspectos. Antes de pasar a la acción, se tomó el tiempo de analizar la situación en profundidad para hacerse una idea lo más precisa posible. En su libro Lotus in a sea of fire (El loto en un mar de fuego), publicado en 1967, Thây escribió no menos de 70 páginas analizando el marco histórico y examinando en profundidad las dificultades de la época en que escribía, antes de hacer propuestas concretas y pasar a la acción.
«Hablaremos sólo con la intención de comprender y ayudar a transformar las situaciones. No difundiremos rumores y nos abstendremos de criticar o condenar aquello de lo que no estemos seguros».
(Extracto del noveno entrenamiento de la plena conciencia)
Sigo haciendo todo lo posible —según mi capacidad y mi disponibilidad— para informarme en profundidad y hablar abiertamente sobre los ataques a la dignidad humana en mi sociedad, como me invitan a hacer los 14 Entrenamientos de la plena conciencia. Observo que, tras mi experiencia con la caligrafía, ya no caigo tan fácilmente en el sesgo del resentimiento contra las figuras políticas y mediáticas. Los veo en mí mismo, veo las causas en mí y a mi alrededor, en mi sociedad. Es una verdadera transformación, una transformación necesaria para restablecer el vínculo y permitirnos emprender acciones justas y beneficiosas, por modestas que sean. Aquí, en el seno de la Amada Comunidad de Plum Village, la cuádruple sangha, me parece que tenemos las mejores condiciones para hacerlo.
Gracias querido Thây, porque esta Comunidad bien amada es tu obra maestra y tu continuación. Tu vida y tus enseñanzas -indisociables- siguen inspirándonos en estos tiempos en que las necesitamos mucho, colectivamente.
la naturaleza fundamental del inter-ser es la comprensión de que «esto es porque eso eso». Solo existimos en esta interconexión. Con esta profunda percepción, podemos ver la realidad con claridad y ser más eficaces. Esta visión profunda aporta comprensión y amor. Todo el mundo está interconectado.
Thich Nhat Hanh